jueves, 8 de noviembre de 2012

"La Presencia del Tiempo"

Están cordialmente invitados a mi exposición individual "La Presencia del Tiempo" el evento se llevará acabo este martes 13 de noviembre 19:30hrs. En las instalaciones del Instituto de México en España, de la Embajada de México en Madrid. 

EL VIAJE QUEDA IMPRESO EN LA MEMORIA.
POR AVELINA LÉSPER.
La línea del grabado, el surco que marca en la placa para imprimirse, como un recuerdo imborrable en el papel, hace de esta técnica un trabajo intimo, en el que el dibujo se inserta en el papel, se mete en su textura, lo penetra. El trabajo en la placa nunca es la versión final, el artista trabaja con intuiciones y con paciencia, porque el resultado final, la impresión, se manifiesta con su propio desarrollo, es un acontecimiento entre la sorpresa y la certeza. La obra gráfica de Román Eguía, sus grabados en agua fuerte, es estudiada y detallada hasta al obsesión. Se detiene en los aspectos mínimos de cada objeto, de cada animal, retoma la intricada e inexacta naturaleza y la plasma con una veracidad casi científica. Esto no es testimonial, ni mucho menos, su búsqueda está en la capacidad del arte de crear su propia realidad, haciendo del entorno un tema susceptible de ser reinventado. Esto nos deja, como espectadores, sumergirnos en su obra, mirarla con placer, con curiosidad, dejarnos llevar por su línea, su conocimiento para crear belleza.  La observación que hace Román Eguía de la naturaleza va más lejos que la naturaleza misma. La fragilidad de una rama, un conjunto de hojas secas, las raíces con sus formas irregulares e impredecibles, prestan sus formas para que Eguía investigue en la recreación de algo que no tiene lógica, que se desarrolla con la voluntad de ser siempre impreciso. Estas estampas naturalistas son evocadoras, en su aislamiento en el infinito del papel blanco, en ese abismo sin referencias. Las formas que recrea Eguía cobran una autonomía poética, hablan de su presencia, de su estar en el mundo como algo indispensable en su sencillez. Que el artista las vea, las rescate de entre los millones de cosas que nos rodean, las aísle para dejarnos apreciarlas en toda su dimensión, les da un valor único, casi épico. La perfección de su técnica es un puente para que nos podamos ensimismar en su trabajo, llenarnos de sus pequeños objetos. El dominio que tiene del grabado fascina y permite que nos involucremos con la obra, apreciemos su elegancia, la selección de presencias. Estudiamos cómo está realizada, cómo dedicó tanto tiempo, cómo entregó en el trabajo de esa placa horas, concentrado en lograr que esa composición de cuernos, ramas secas, piedras antiquísimas, fósiles adquiriera una atmósfera de naturalista decimonónico. Los animales, con este tratamiento estético, pensado en las estampas que alimentaban la imaginación de otros mundos, son fantásticos, son irreales y son verosímiles por al exactitud del trabajo de Eguía, por su resolución de hacer de su obra una prolongación más exquisita que la realidad. Su obra es capaz de transportarnos a lugares lejanos, a ambientes mágicos, crea códices de información secreta y milenaria. La descripción que hace de un mundo que podría existir con su flora, sus animales, moluscos, cráneos y sellos, con inscripciones en tipografías y caligrafías ya perdidas, nos da una obra intemporal, un libro de un mundo que está perdido y que recupera con su grabado. Es una nueva memoria, por eso es significativo que utilice una técnica que es en sí misma un juego de incrustación permanente, la placa no se borra, la placa es eterna.

LA TÉCNICA COMO PUERTA A LA LIBERTAD.
Las colecciones de estampas naturalistas, la fauna y flora desértica y mística, que ordena y recrea es una consecuencia de la disciplina de Eguía, y es justamente ese rigor el que le abre la puerta a la libertad creativa. Eguía puede hacer, inventar y seducir son sus grabados porque se concentra y medita en el medio, en el trabajo limpio y sistemático. Pareciera algo contradictorio, pero no es así, su técnica es la que le permite jugar y crear lo que desea o imagina. En cada obra, en cada grabado va parte de la esencia del artista, de sus dudas, de sus certezas, el trabajo artístico es acético, es una inmersión en el propio ser para provocar la emancipación de la obra. Que Eguía haya decidido ser un artista que hace su obra, con dedicación y serenidad, con entrega al medio, convirtiendo a cada dificultad en una puerta a la experimentación, es una decisión existencial es el paso definitivo que ha marcado a su obra. Es evidente que el arte tiene hoy muchos caminos, está el de la facilidad cínica que toma cualquier objeto y lo designa como arte, sin creación, sin ideas, sin aportación, y está el difícil, el del paciente y silencioso artista que se concentra en su obra, en el trabajo, en los resultados de profundizar en la técnica y en sus imágenes. Eguía ha decidido el camino difícil, es largo, pero su obra irá más allá de las modas y permanecerá imperturbable, como las raíces que dibuja, como las piedras milenarias que graba en la placa.